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La leyenda de Luminora

La leyenda de Luminora

Cuentos-metro-de-la-80

 

La leyenda de Luminora

Se dice que existió un ser mágico mucho antes que cualquier animal o planta, quizá desde que la tierra y el agua estaban fusionadas, su principal don era la vida, pero, en ese entonces la tierra se estaba adaptando para futuros cambios; aquel Dios no tenía más opción que esperar para usar su magia allí; ya que cualquier coral, planta o pequeña larva que pudiera subsistir gracias a la tierra no duraría por mucho tiempo en esa masa de lodo flotante.

No habiendo nada más por hacer se dedicó a experimentar al punto de lograr crear una pequeña ave, una que sobreviviese en las circunstancias más hostiles que la tierra y el universo mismo le proporcionasen. 

Era fascinante, un logro inimaginable, pero a pesar de cuán fantástica fuese su creación gastó tanta energía y tanta magia en el proceso que casi se quedó sin su preciado don, hacer que ese pequeño pájaro cobrara vida casi lo dejó en la ruina, quedó sólo con la posibilidad de crear únicamente objetos inanimados como rocas, ígneas, metamórficas y sedimentarias, piedras preciosas desde esmeraldas a diamantes o fango de colores que ni siquiera él sabía que podían ser creados, estaba muy preocupado, no sabía qué hacer
- ¿Ahora qué voy a hacer con la vida de la tierra? ¿Cómo voy a crear mis Castrolocufitus acuáticos? ¿o mi Esfianiscotelo volador?
Se preguntaba angustiado.

Mientras el Dios se encontraba en una crisis su creación fue tomando más forma, ahora era una hermosa ave de tonos verdes y azules brillantes que hipnotizaba a cualquiera que la viera, poco después y aún atontado por la belleza de sus alas vio cómo rápidamente salió volando a la tierra, al reaccionar, inmediatamente salió detrás de él, no se le podía escapar,
¡tenía que recuperarlo a toda costa! sino sería como dejar volar todo su poder, literalmente.

Al llegar a la tierra observaba como el ave escarbaba entre el lodo en busca de piedras y de manera casi inmediata en el lugar donde su pico se posaba comenzó a brotar pequeño círculo de unas ramas verdes brillantes, un color tan bello como los que pintaban al ave, al poco tiempo de esta aparición mágica una gran extensión de tierra se tornó del mismo color cubriendo casi un cuarto de montaña haciendo que crecieran todo tipo de ramitas, no sabía muy bien qué eran, pero todo era de color verde con unos pequeños puntos de colores, rojos, amarillos, blancos..
- ¿Qué es todo esto? -
Preguntó anonadado el Dios y como si él las hubiese creado se respondió a sí mismo señalando cada una:
- ¡Plantas!… ¡Flores!… ¡Frutas!… ¡Césfied!
 
Al decirlo vio como la avecilla daba unas vueltas en tono alegre y juguetón para luego dar la vuelta por el lugar.

Dios estaba fascinado, su pequeña creación era capaz también de crear vida en formas que él jamás hubiera imaginado, unos minutos después el ave se posó en su hombro entregándole una pequeña piedra, muy confundido la recibió y el ave se fue nuevamente para seguir enverdeciendo todo el lugar. Creó tantos árboles como pudo, el césped estaba en todos lados, las flores y las frutas eran por montones y la tierra dejaba de ser una masa sin forma para convertirse en el paisaje más hermoso que el universo hubiese presenciado jamás, con todas las plantas y el agua cristalina que pocos planetas poseen.

Mientras tanto al ver la piedrita decidió tratar de hacer vida nuevamente, quizá no había perdido todo su don, se decía a sí mismo mientras creaba un ciempiés que a los pocos segundos cobró vida, ¡aún le quedaba magia! Al darse cuenta de que todavía podía poblar la tierra de animales se dedicó a crear más de diferentes especies para que se pudieran multiplicar, permitiendo que existieran especies tan raras como los delfines o las mantis religiosas y que además eran capaces de subsistir con las creaciones del avecilla, quien en ese entonces se encargaba de crear las primeras semillas de plantas y frutales las cuales próximamente serían re distribuidas en otros campos y así poder llenar la tierra de tanto verde como Fuese posible.

Con el pasar de los siglos el ave no debía hacer todo el trabajo solo, el Dios creó muchas más aves que le ayudarían en su labor, verificando que las plantas se reproduzcan y que hagan de manera correcta la fotosíntesis para que su periodo de vida sea mucho más duradero.

Hoy en día aún se ven deambular esos vivaces tonos verdes por las selvas de Antioquia, se dice que es afortunado quien puede ver de cerca esta ave ancestral, que su vida estará llena de fortuna y de mucha comida, sin embargo, ni los científicos ni los fotógrafos han podido captar una imagen o información que hable de él o de que algún día existió un Dios de la Fauna, lo único que han podido recolectar del pájaro son los frutos de su creación.

 

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